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martes, 27 de diciembre de 2011

ZOULVISIA y la Montaña Encantada

Una leyenda armenia....

Fréderic Macler (1869-1938) fue un autor y orientalista francés que se destacó por su dominio de las lenguas armenia, asiria y hebrea.  Con otros intelectuales orientalistas fundó la prestigiosa Sociedad de Estudios Armenios.  Entre sus trabajos más importantes se encuentra CONTES ARMENIENS (Cuentos Armenios) de los que forma parte la Leyenda de Zoulvisia.

Sinopsis de la leyenda de Zoulvisia

En el medio de un desierto, en algún lugar del Asia Central, una hermosa montaña dio a luz miles de árboles y cascadas que formaron un paraíso terrenal.  Y con el tiempo, las leyendas del lugar advertieron que quien se apartase del camino para llegar a la montaña encantada, no retornaría jamás.

Un rey, sabiamente,  aconsejó a sus siete hijos a que desistieran de semejante empresa.  Pero tan pronto murió el viejo rey, su hijo mayor emprendió un viaje a la montaña para nunca regresar.  Uno tras otro, los hermanos fueron a buscarlo pero desaparecieron hasta que no quedó nadie más que el hijo menor, ahora rey.  Sin embargo, el deseo de conquistar el lugar mágico fue más fuerte que él.  Un día, por fin, el joven rey hizo el viaje y durante el camino, en pos de un ciervo que no pudo cazar, se alejó de su grupo.  Cuando regresó a su campamento se encontró con todos sus hombres muertos o envenenados. 

Encuentro entre Zoulvisia y el joven rey.

El joven rey, temiendo por su vida, se escondió en la copa de un árbol.  Desde lo alto observó que se acercaba un mancebo y que éste ordenaba a sus sirvientes  que se encargaran de los muertos y arrearan los caballos.  El mancebo también notó que sobraba un caballo al número de muertos y preguntó en voz alta quién era el dueño de ese caballo.  El joven rey se bajó del árbol,  reclamó su caballo  y retó al mancebo a un duelo para vengar a sus hombres caídos sospechando que éste era el culpable de la muerte de sus sirvientes y la desaparición de sus hermanos.
El mancebo aceptó el desafío, montó su caballo y  le pidió que lo siguiera a él,  Zoulvisia.  Pero el joven rey se dio cuenta que Zoulvisia era, en realidad, una mujer.  Partió inmediatamente tras ella en busca del lugar donde vivía.  En el camino encontró tres cabañas y en cada una de ellas moraba un hada con su hijo.  Éstos le urgieron y le aconsejaron no buscar a Zoulvisia.  A cambio, el joven rey les dio un espejo, un par de tijeras y una navaja, y les encomendó que si en algún momento los objetos mostraban signos de sangre, significaría que él se encontraba en peligro y ellos debían socorrerle.

Al llegar al palacio de Zoulvisia,  el joven rey  dio con un viejo atrapado en una fosa, fuera de las murallas.  Zoulvisia lo tenía prisionero en ese lugar, explicó el hombre, y también le dijo que al amanecer,  Zoulvisia  observaba  cuidadosamente los rincones de todas sus tierras.  Si él se escondía en cierta cueva y se protegía con un palo, sobreviviría y saldría de ella en el momento que oyera el tercer grito de Zoulvisia, es decir, la señal de que su poder y el hechizo se habían quebrantado.   Así lo hizo el joven rey y Zoulvisia admitió su derrota.  Se convirtió en su esposa, liberó al viejo,  y a su marido le obsequió su mágico y fogoso caballo.   

Un día, cuando el joven rey cazaba recibió un cofre con perlas con una mecha del cabello de Zoulvisia.  A la caza de un venado se fue alejando del lugar, y en su camino perdió el cofre sin darse cuenta.  Un aguatero lo encontró en un arroyo y se lo llevó al malvado rey del lugar.   Impresionado con tanta riqueza y la belleza del cabello dorado que contenía el cofre, el malvado rey le exigió a su chambelán que averiguara los secretos del mismo,  o le cortaría la cabeza.  Aterrorizado, el chambelán buscó quien pudiera  ayudarlo.  Una vieja bruja le informó que pertenecían a una hermosa mujer que se llamaba Zoulvisia.  Entonces el chambelán le prometió a la vieja que si lo llevaba hasta donde vivía Zoulvisia, le daría muchas monedas de oro.  La vieja salió en camino y llegó en una balsa hasta donde se encontraba el joven rey preparándose para regresar a su esposa después de un día de caza.  Muy galante y porque le dio lástima, el rey se ofreció ayudar a la vieja bruja pero el caballo percibió la maldad de la vieja, y  no le permitio que lo montase.  Ella entonces explicó que tenía miedo de caerse, razón por la cual prefería caminar.  Una vez en el palacio, la bruja se congració con los sirvientes de Zoulvisia hasta que finalmente, la joven reina confió también en ella.  La bruja consiguió persuadir a Zoulvisia que su marido guardaba secretos, entre ellos, el secreto de su fuerza, y que él no la amaría a menos que ella compartierasu secreto con otros.   Zoulvisia se lo creyó y le rogó a su esposo que le revelara el secreto para estar segura que él la amaba.  Y él le confesó que su fuerza era el poder del  sable del que nunca se separaba.  Entonces, para probar que su marido realmente la amaba, Zoulvisia  corrió a revelarle el secreto a la bruja, exactamente como la malvada mujer lo había planeado.   La bruja se robó el sable, abatió al rey echándole serpientes venenosas y secuestró a Zoulvisia para vender a la hermosa y joven reina al rey malvado.
La bruja secuestra a Zoulvisia
Los hijos de las hadas notaron que algo le había sucedido al joven rey y partieron hacia su palacio.  No pudieron encontrar el sable.  Continuaron camino.  Cuando hicieron un alto al lado del río para merendar,  vieron a un enorme pez que se retorcía en el agua porque se había tragado el sable.  Se lo llevaron inmediatamente al joven rey quien al instante se recuperó, montó el fogoso caballo que le había regalado Zoulvisia y llegó al lugar donde el rey malvado desposaría a  Zoulvisia.  La joven se le resistía, deseosa de escaparse y volver a su amado esposo.  Entonces el joven rey le dio su anillo a una pordiosera para que se lo entregara a Zoulvisia.  Y ella a su vez, le pidió a la mujer que le dijera al rey malvado que Zoulvisia había recapacitado y se casaría con él.  Y que también se encargara de avisarle al hombre que le había dado el anillo que en tres días la esperara en el jardín.
Aliviado con las nuevas que envió Zoulvisia, el malvado rey aflojó la vigilancia y la joven reina pudo ir a los jardines el mismo día que debía casarse pero sin los guardias del rey.  Y allí mismo, con destellos de fuego y golpes de trueno irrumpió el joven rey cabalgando el poderoso caballo de Zoulvisia para rescatar a su reina.  Regresaron a su palacio al lado del río y vivieron por siempre felices.

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