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viernes, 21 de febrero de 2014

EL DACHNAVAR, vampiro de Armenia



"El Dachnavar"
Ilustración: Miriam Ascúa (Córdoba, Argentina)
Derechos Reservados




Suceso registrado en Crónicas de un viaje por el Cáucaso - Barón Hugo von Röhrbeck - Longmans, Green, and Co. (Londres 1881)

«A poco de desembarcar en Samsún y emprender un viaje de reconocimiento topográfico por tierras armenias, contraté un guía y me uní a una caravana que viajaba en dirección sur. Una noche, acampados a cielo abierto, observé que uno tras otro los viajeros se acercaban al fuego y arrojaban cabezas de ajo para ahuyentar a los malos espíritus. Como desconocía las supersticiones del lugar, consulté con el guía y éste me habló del vampiro Dachnavar, la criatura alada que residía en una caverna incrustada en el Monte Ararat y sobrevolaba la región marcando su señorío sobre los profundos valles de Hayastán. Obsesionado con los intrusos, el monstruo había decretado que todo aquel que incursionara en su territorio o revelara el número secreto de sus valles, sufriría un castigo mortal, es decir, una muerte muy peculiar ya que el monstruo atacaba a sus víctimas mordiéndolas en las plantas de los pies.
Y fue así que el Dachnavar perduró en el tiempo y la infamia hasta que un buen día encontró a su digno adversario en dos astutos extranjeros comisionados para hacer un conteo de los valles. Advertidos, los hombres se echaron a dormir poniendo los pies del uno detrás de la cabeza del otro. Horas más tarde, tanteando en la oscuridad, el Dachnavar dio con una cabeza. Tanteó el lado opuesto y allí también había una cabeza. 

Humillado, protestó  —: Vaya, he recorrido los 366 valles de estas montañas y bebido todas las sangres posibles sin haberme encontrado jamás con una criatura sin pies y dos cabezas—. 

Burlado, el Dachnavar abandonó el país para nunca más volver.  Y fue él mismo quien nos reveló el número de sus valles, remarcó el guía azuzando el fuego. 

Pregunté qué certeza tenía de su huida.  —Ninguna, señor. Hay rumores de que continúa refugiado en su caverna. También que le han visto recorrer, melancólico, desiertos y llanuras—.  
Al amanecer, estalló un clamor entre la caravana.  La noticia era terrible.  Mi guía había muerto durante la noche y mostraba lesiones en los pies. Perplejo, levanté la vista y a la distancia distinguí la silueta negra de un jinete y su cabalgadura. Luego, no se vio sino polvo y por fin, ni polvo siquiera.» 

 Violeta Balián © 2014







EL VAMPIRO EN LA MITOLOGÍA ARMENIA
A lo largo de la historia y en numerosas culturas, se registran diversas creencias sobre vampiros, tanto en la mitología como en el folclore de pueblos muy diferentes entre sí. Culturas como la mesopotámica, la judía, la griega y la romana incluyen dentro de su mitología cuentos acerca de entidades demoníacas y espíritus sedientos de sangre a los que se los considera precursores de los vampiros modernos.   En el caso de la mitología armenia, poblada por un respetable número de monstruos, no se encuentra una entidad entidad similar al vampiro.  Sin embargo, fue Augusto von Hauxtehude, un viajero y explorador alemán, quien recogió allá por 1854 un caso de vampirismo en la región según las versiones  que recibió de los pobladores del lugar.  A partir de esa mención, el tal Dachnavar se convirtió en el "vampiro armenio".  Años más tarde, el episodio pasa a incorporar las listas de la enciclopedia de ciencias ocultas dirigida por el investigador Montague Summers.

"El Dachnavar" de Violeta Balián se inspira en la crónica del explorador Hauxtehude.  Se publicó por primera vez en la revista digital de lo breve y fantástico miNatura (España) y en su versión inglesa fue incluido en el apéndice literario de Language as a Fingerprint, Book 1: Perspectives on the Cradle of Civilization and the Armenian Language del Dr. Vahan Setyan, Ph.D.    En 2015 y a través de traducción al francés a cargo de Cecile LeRoux, se incorporó a la antología 
Ficciones Argentinas.  Las ilustraciones de Miriam Ascúa  (Córdoba, Argentina)  son, a nuestro entender, las primeras imágenes que se tienen del Dachnavar y una primicia para los lectores de Crónicas Armenias.
 

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